Andrea Clar nació como Andrea G. Liberfarb Clar, el 13 de Enero de 1973.
Hija de una familia que en la Argentina ocupada del ‘76, se componía polimorfa de Judíos, Cristianos, Artistas y Abogados, Revolucionarios y Policías.
Tiene desde pequeña una terrible agudeza para componer en imágenes sensaciones muy profundas.
Liberfarb, su apellido paterno, tiene en su traducción el signo de la vida de Andrea:
“Amados Colores”.
De personalidad inquieta, observadora y obsesiva en los detalles, antes de terminar sus estudios trabajaba, lideraba una banda, y exponía.
En el circuito under del primer Palermo de los noventa, en Buenos Aires, construyó su propio espacio, “Comodor, casa de placer electronico”, donde músicos y DJs consagrados y florecientes tocaban, mientras ella exponía sus obras en proyecciones sobre el escenario, los músicos, las paredes y a veces hasta sobre el publico.
Su interés por la pintura se hizo carne en ella, cuando un accidente automovilístico la dejo internada por mas de un año con escasas posibilidades de sobrevivir, y de volver a caminar.
Respecto de esto, ella cuenta que a raíz de un regalo que recibió estando internada, una caja de colores, se obsesionó gastando lápices buscando los colores que “mi piel amarilla había dejado ir, sabiendo que si los encontraba recuperaría parte de la vitalidad que me abandonaba en esa cama”.
A partir de ese momento, tocada según sus palabras por algo superior, volvió a caminar, bailar, y cantar, y por sobre todas las cosas a pintar.
Su pintura estudia los distintos momentos del alma en la profundidad del color, y cada época de su pintura esta signada por esta búsqueda cromática y de texturas.
Su obra actual, las series en las que trabajó durante los últimos 5 años, gira sobre el eje que su apellido marcó como un extraño e intenso camino: Los Amados Colores.
Hoy, pinta, trabaja en la creación de una instalación interdisciplinaria, “SoulMachine”, y es directora de arte una agencia de publicidad.